13/8/10

El trigo está llegado


El calor de los últimos días ha terminado de secarlo y ya está a punto para su cosecha, de modo que tenemos que estar pendientes de cuando pase por aquí la cosechadora, para que venga a segarlo.

Hace poco más de 20 años, y para una finca de unos 3.500 m2 esto supondría día y medio de trabajo de 5 o 6 personas para segarlo a mano, y otro día de faena para que 2 personas lo atasen en gavillas para luego cargarlo y llevarlo a casa.

A continuación, los vecinos se ponían de acuerdo para ir un día un par de miembros de cada familia a trillar (separar el grano de la paja) el trigo de cada casa del lugar. Así se  juntaban unas 14 personas que en un par de horas con la trilladora dejaban el grano de una casa preparado. Una vez rematada la faena, y mientras se colocaba la trilladora en la siguiente casa, se ventilaban una copita de anís o coñac que amablemente les ofrecían los anfitriones correspondientes.

Hoy en día la cosa ha cambiado bastante, cosechadoras autopropulsadas pasan por las parroquias ofreciendo sus servicios y los vecinos sólo se tienen que poner de acuerdo en cual va a ser el orden en que va a atenderles. Estas máquinas ya siegan y trillan el trigo, de modo que para una finca como la del ejemplo que ponía anteriormente, sólo hay que estar pendiente de ver cómo en unos 20 minutos la siega (y trilla) completamente y, una vez que acabe, arrimar el tractor a su costado para que vacíe en el remolque una cascada de granos de trigo limpios de paja.

Es el progreso: en 20 minutos un operario realiza el trabajo que antes les llevaba varios días a bastantes personas. Aunque no todo son ventajas, porque ahora, al no compartir tantos momentos de mutua colaboración y esfuerzo (lo que significa también compartir conversación, bromas…) la relación entre vecinos ya no es tan estrecha como antes. Por otro lado, y para acabar de fastidiarlo, lo de la copita entre faena y faena ha desaparecido.

O trigo está chegado

A calor dos últimos días terminou de secalo e xa está a punto para a súa colleita, de modo que temos que estar pendentes de cando pase por aquí a malladora, para que veña a segalo.

Hai pouco máis de 20 anos, e para unha leira duns 3.500 m2 isto suporía día e medio de traballo de 5 ou 6 persoas para segalo a man, e outro día de faena para que 2 persoas o atasen en mandos para logo cargalo e levalo a casa.

A continuación, os veciños púñanse de acordo para ir un día un par de membros de cada familia a mallar (separar o gran da palla) o trigo de cada casa do lugar. Así se xuntaban unhas 14 persoas que nun par de horas coa malladora deixaban o gran dunha casa preparado. Unha vez rematada a faena, e mentres se colocaba a malladora na seguinte casa, ventilabanse unha copiña de anís ou coñac que amablemente lles ofrecían os anfitrións correspondentes.

Hoxe en día a cousa cambiou bastante. Malladoras autopropulsadas pasan polas parroquias ofrecendo os seus servizos e os veciños só se teñen que pór de acordo en cal vai ser a orde en que vai atenderlles. Estas máquinas xa segan e mallan o trigo, de modo que para unha leira como a do exemplo que puña anteriormente, só hai que estar pendente de ver como nuns 20 minutos a sega (e malla) completamente e, unha vez que acabe, arrimar o tractor ao seu costado para que baleire no remolque unha fervenza de grans de trigo limpos de palla.

É o progreso: en 20 minutos un operario realiza o traballo que antes lles levaba varios días a bastantes persoas. Aínda que non todo son vantaxes, porque agora, ao non compartir tantos momentos de mutua colaboración e esforzo (o que significa tamén compartir conversación, bromas…) a relación entre veciños xa non é tan estreita como antes. Doutra banda, e para acabar de amolalo, o da copiña entre faena e faena desapareceu.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

los que lo vivimos antes de las maquinas autopropulsadas,recuerdo que a pesar de ser una labor fastidiada, recuerdo que se pasaba estupendo de casa en casa y como no las copitas, yo las pipaba de anis que taba en moda por las eras cuando se trillaba, bonitos recuerdos para la historia de nuestro campo. saludos.de J. m.

Agro do Cruceiro dijo...

J. M. afortunadamente, en algunos pueblos me consta que hacen una fiesta anual recuperando estas tradiciones. Por lo menos no todo se ha perdido. La pena es que en el campo ya no hay la unión y la camaradería de antes. El trabajo y el esfuerzo unen mucho a las personas, más de lo que parece.